sábado, 20 de febrero de 2016

Amazon estrenará la próxima peli de Woody Allen

La próxima comedia romántica de Woody Allen no la estrenará Sony Pictures Classics, la compañía que se ha responsabilizado de esta tarea en los últimos trabajos del autor neoyorkino (“Blue Jasmine”, “Medianoche en París”). Amazon Estudios se ha hecho con los derechos para su exhibición en Estados Unidos. Un acuerdo que conlleva su estreno (el próximo verano) en las salas tradicionales y, posteriormente (previsiblemente después de tres meses desde su estreno), el visionado en exclusiva -en streaming- para los socios de la plataforma Prime del gigante del comercio electrónico.

Pero la cosa no acaba ahí. Allen y Amazon han suscrito un acuerdo para realizar una serie de televisión, compuesta por seis capítulos de treinta minutos cada uno, que transcurrirá en la década de los sesenta. Una serie escrita por el propio Woody Allen, y que será protagonizada por él mismo, Elaine May y Miley Cyrus. Un trabajo que empezaría a rodarse en marzo.

Amazon ya lleva tiempo rondando la industria del cine. Su interés viene de largo. Ya en 1998 compró IMDB (Internet Movie Database), auténtica referencia para los cinéfilos y la búsqueda de datos relacionados con el séptimo Arte, y hace apenas unas semanas, a finales de enero de 2016, adquirió varios títulos del mejor cine independiente presentados en el reputado festival Sundance, pero destacó especialmente la compra, por 10 millones de dólares, del film “Manchester by the sea”, dirigida por Kenneth Lonergan, una de las películas que obtuvieron mejores críticas. Una oferta que no pudo superar ninguno de sus competidores tradicionales.

A lo que vamos. Que mientras Woody Allen, un señor con 81 tacos, es capaz de comprender que la forma de ver cine ha cambiado y la industria (sobre todo la distribución y la exhibición) debe adaptarse a esas novedades; en España, Antonio Resines, presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, un ser que se vanagloria de no tener ordenador, aprovecha la gala de los Goya para leer un discurso en el que no sólo ningunea a las plataformas legales de visionado de películas a través de Internet, sino que vierte falacias acerca de la piratería (1.900 descargas de películas al minuto). Así nos va a unos y los otros.

sábado, 13 de febrero de 2016

En el descanso ya no se va a hacer pis


Pues sí. Durante los anuncios de la tele la gente ya no se levanta para ir al baño o asaltar la nevera. La Internet Advertising Boureau (IAB), una asociación para la promoción de la publicidad online en el Reino Unido, acaba de publicar un estudio, llamado “Real Living”, para comprobar cómo está cambiando el papel de la televisión y de las salas de estar en su convivencia con los dispositivos móviles conectados a Internet.

El análisis, que incluye encuestas, seguimiento del uso de los dispositivos e, incluso, toma de datos biométricos, es esclarecedor. El 70% afirma que utiliza su Smartphone o tablet cuando está viendo televisión; un porcentaje que sube hasta el 87% en las personas con edades comprendidas entre los 16 y los 34 años. ¿Y qué es lo que hacen? Pues alrededor de un tercio (34%) revisa su correo; intercambia mensajes (31%), y una cuarta parte se dedica a comprar online.

El salón de estar se ha convertido en un espacio multifuncional en el que aparecen dos fenómenos; el multi-screening, donde todas las pantallas (la de la tele y las de los dispositivos móviles) son igualmente importantes, y la multiselección, donde el entretenimiento es sólo una de las posibles opciones. Ahora, la gente pasa de una actividad individual a otra de grupo (mensajes de correo, interactuar con programas de mensajería, realizar compras, trabajar) de forma natural y constante.

El estudio también demostró cómo han cambiado las rutinas relacionadas con ver televisión. De esta forma, las pausas publicitarias ya no son condicionantes del comportamiento de los espectadores. Según sus estadísticas, el número de mensajes de correo o las conversaciones a través de programas de mensajería como WhatsApp se mantienen constantes, como antes de irse a los anuncios; y sólo un 8% utiliza este descanso para cambiar de canal.

De esta forma, el trabajo de IAB sirve para derribar tres mitos. A saber; primero, que la televisión es la pantalla dominante; segundo, que el entretenimiento es la actividad principal de nuestras salas de estar; y tercero, que los programas de televisión y las pausas publicitarias determinan nuestro comportamiento.

Me hace mucha gracia el procedimiento de medida que llegan a utilizar para ejemplificar la última de estas cuestiones. Se trata de la energía consumida para hervir agua (supongo que por el proverbial amor al té de los británicos). En su ejemplo dicen que durante las pausas publicitarias de la final de 1990 de la Copa del Mundo de fútbol entre Inglaterra y Alemania se registró una subida de tensión equivalente a calentar 1,12 millones de hervidores de agua al mismo tiempo. Mientras que en el partido del mundial de 2014, que enfrentó a Inglaterra con Uruguay, esta medida bajó hasta los 410.000 durante la emisión de los anuncios.

Lo que parece claro es que si el centro del universo de nuestros hogares ya no es la televisión y el comportamiento en el salón de casa ya no está determinado por la publicidad, los anunciantes tendrán que ponerse las pilas para adaptarse a este nuevo escenario, más diversificado, fragmentado y competitivo.

jueves, 11 de febrero de 2016

Twitter no está en crisis, está cogiendo carrerilla

Veo con cierta sorpresa que también entre los medios tecnológicos existe el sensacionalismo. “Teknautas” titula: “Twitter se hunde (y aburre): ya nadie quiere unirse a la red social”. La noticia es que, por primera vez en su historia, el pájaro azul ha bajado el número de usuarios activos, esto es, los que se conectan al menos una vez al mes (me pregunto si servirá este baremo para despejar todas las dudas sobre qué se considera ser activo en algo).

Perdón por la duda. Seguimos. Cuentan que, en el último trimestre de 2015, los usuarios han bajado de los 307 a los 305 millones (los mismos que tenía Facebook en 2009). También dicen que, a pesar de ingresar más pasta (710 millones de dólares en el último trimestre), comportarse bien en los parqués bursátiles (30 dólares el valor medio de la acción) y de rebajar en un 10% las pérdidas del ejercicio anterior, la compañía sigue en números rojos (han palmado 521 millones de dólares).

Siguen contando que las fugas les están machacando. La última, la de su jefe de producto, Kevin Weil, que tras poner como escusa problemas personales fichó a los dos días por Instagram, propiedad de Facebook, y competidora en eso de generar negocio con las redes sociales.

Pero lo cierto es que Twitter es la herramienta que utilizan los principales generadores de contenidos e influencers; y que la mayor parte de nosotros, los que pensamos que estamos bien informados, lo hacemos a través de esta red. Es decir, las principales fuentes y los destinos cualificados han consensuado que Twitter es su nexo para ponerse en comunicación.

Y si no, a las pruebas me remito. ¿Qué medio están utilizando políticos, músicos, famosos, deportistas, etcétera, para dar a conocer sus novedades, incluso con exclusividad?, ¿qué medio se utiliza para seguir y comentar en directo los grandes espectáculos mediáticos de cualquier tipo? Pues sí, Twitter. La red de microblogging es el escenario elegido mayoritariamente para informar e informarse, para contrastar, debatir, rebatir y denunciar.

¿Cómo va a estar a punto de hundirse o aburrir algo capaz de todo esto? De hecho, están preparando novedades que incrementarán estas capacidades. Nos hablan de la posibilidad de transmitir vídeo en directo (disponen de Periscope, la aplicación que permite a los particulares realizar streaming de vídeo en directo desde el móvil); y de algo que ya es una realidad, un algoritmo que cambiará el timeline, la portada de Twitter. Ahora aparecerá en primer lugar los contenidos más relevantes, según nuestro perfil y; después, aquellos que van llegando en orden cronológico, como había sido hasta ahora. Sólo es problema de tiempo. Twitter está cogiendo carrerilla.

jueves, 4 de febrero de 2016

Lo que significa ser un visionario distópico

Visionario. Esa es la palabra que mejor define a Steve Jobs. Acabo de ver la película esta misma semana y, aunque nos muestra a un ser egoísta, egocéntrico y patéticamente infantil, debo admitir que algunas patologías mentales (tenía toda la pinta de ser obsesivo compulsivo) pueden ayudar profesionalmente hasta convertirte en un ser capaz de anticipar el futuro.

Hablo en primera persona pero no, no es mi caso. Admito compartir parte de ese impulso por controlar cualquier proceso y repasarlo continuamente; pero carezco de la capacidad de intuir de manera tan clarividente los resultados de una determinada acción. Qué lástima.

En todo caso, cuando intento hacer una previsión del futuro lo único que obtengo son presagios distópicos, utilizando el término “distopía” (introducido en el diccionario de la RAE por el Premio Nacional de Narrativa de 2013, José Merino) como la representación imaginaria de una sociedad futura con características negativas, causantes de alienación moral.

Esta capacidad de visionar un futuro gris tiene mucho que ver con las épocas de crisis y tiene como precursor a la ciencia-ficción (“Un mundo feliz”, de Aldous Huxley; “1984”, de George Orwell, y “Fahrenheit 451”, de Ray Bradbury). Sus referentes actuales serían la trilogía “Los juegos del hambre” de Suzanne Collins, y la serie inglesa “Black Mirror”, donde se describe la imparable evolución de las tecnologías de la comunicación y la información y los imprevisibles resultados fruto de la interacción con los humanos.

Todo esto para contarles que, a pesar (o quizás gracias a ello) de considerarme un profesional consagrado a su trabajo y conocer mis limitaciones, intuyo que el futuro laboral me depara un horizonte negro. Los que no tenemos el talento de Steve Jobs ni su capacidad para vender humo cuando no hay madera, debemos conformarnos con intentar llegar a final de mes. De la jubilación, ni les hablo.