martes, 3 de octubre de 2017

La cámara Leica, precursora de Instagram

Hace unas semanas visité la exposición “Con los ojos bien abiertos. Cien años de la cámara Leica”. Una interesantísima revisión de un instrumento que revolucionó el mundo del periodismo, la publicidad y el arte. La precursora de Instagram. Quiero reivindicar su importancia porque parece que solo la informática y las telecomunicaciones merecieran el título de nuevas tecnologías y que todo lo que fuera anterior al surgimiento de las TIC forma parte del oscurantismo no ilustrado.

Pues no. Antes de que apareciera el PC e Internet, lo hizo la cámara Leica. Hasta ese momento, la fotografía era un arte reservado casi exclusivamente a los estudios y las cámaras de gran formato. Su presencia en la calle era testimonial y precisaba del posado, es decir, del permiso expreso del fotografiado. La llegada de la Leica democratizó la toma de imágenes. Por vez primera era posible llevar en el bolsillo una cámara de calidad capaz de captar la realidad en el mismo instante en que se producía.

Estaba claro que el periodismo iba a ser uno de sus primeros beneficiados. Los profesionales de la cosa gráfica comenzaron a tomar primeros planos de todo aquello que era noticia. Las caras de los conocidos y de los desconocidos, de la pobreza, la marginalidad, la guerra, los desastres naturales… Ahora todo podía retratarse al momento. La inmediatez había llegado a la prensa gráfica.

El mundo de la publicidad también se revolucionó y, en lugar de mostrar cada uno de los detalles de una prenda de vestir, iluminada con todo detalle en el estudio fotográfico, pasó a retratar la misma ropa pero el objetivo de la lente también captaba la esencia de la mujer que la llevaba; una mujer distinta, en la calle, vistiendo una gabardina empapada mientras fuma absorta mirando las nubes descargando rayos y centellas.

Los teóricos e intelectuales crearon discursos y articularon ismos artísticos vinculados con las nuevas posibilidades que aportaba el invento. Los artistas encontraron una fantástica herramienta para dar cuerpo a sus obras, y así nacieron el retrato como expresión de un estrato social, el autorretrato (antecedente del selfie), el uso artístico del flash, el ‘robo de la identidad’ haciendo fotos a gente sin pedirles permiso, la imagen en movimiento o movida, desde las alturas, el uso de películas con resultados sorprendentes y, en definitiva, la representación de la vida en color, sepia o blanco y negro, pero siempre en directo.