viernes, 26 de enero de 2018

Cobrar en función del tiempo que te lean

Acabo de leer un dossier titulado “La comunicación en la Era Blockchain” en el que se describe el final de un modelo de negocio, fallido, sin haber encontrado un sustituto que garantice su rentabilidad. Un modelo, el de la Comunicación en Internet, que siente haber agotado un proceso, el de intercambiar información, para empezar a plantearse otro donde la ‘moneda de cambio’ sea el valor.

La democratización en el acceso a la información fue la parte positiva de esa fase ya extinta pero, a medio plazo, sus peores consecuencias han sido la pérdida de credibilidad, la tendencia a la desconfianza de los públicos hacia las marcas, los medios y sus contenidos, con los daños colaterales (en ingresos por publicidad y ventas, cierre de cabeceras, despidos de profesionales) que ha conllevado.

Los participantes en este dossier proponen o insinúan algunas tendencias vinculadas directamente con esta tecnología, Blockchain, que nació para registrar las transacciones de bitcoins pero que gracias a sus principales características: descentralización, seguridad, inmutabilidad, permite aplicarla a medios de comunicación, agencias o redes sociales.

En el caso de los medios, estaríamos hablando de plataformas formadas por el trinomio usuarios, creadores de contenido y anunciantes. Para que lo entendamos. Un medio que eligiera crear una plataforma Blockchain tendría periodistas que parte de sus sueldos los cobrarían (en criptomonedas) en función del número de lectores y el tiempo que permaneciesen leyendo sus artículos, lectores que valorarían el trabajo de los profesionales y que darían a cada cual su nivel de influencia, reputación y parte de sus emolumentos.

Con respecto a la publicidad, sería posible garantizar al cliente que va a pagar por tiempo de visualización de sus anuncios, y no por clics. Confianza y transparencia como argumentos para garantizar a los anunciantes que solo van a pagar por los anuncios que se consumen, pudiendo tener constancia de dónde se genera el tráfico para poder segmentar datos y hacer sus estrategias.

También podrían crearse medios totalmente independientes, transparentes y libres de injerencias, tanto en los contenidos como en la orientación editorial. De hecho ya existe una plataforma civil de periodismo, llamada Popula, que tiene previsto lanzarse durante este año y que dice querer ser una publicación digital internacional de noticias y cultura alternativa donde cada suscriptor podrá ver de dónde proviene cada céntimo de euro que financie al medio.

Todos estos expertos coinciden en que, con Blockchain, también podrían crearse redes sociales distribuidas que aporten transparencia y participación abierta; donde sea imposible censurar o manipular la información. Unos espacios en donde se pueda comprobar la autoría, bien para reconocer la propiedad intelectual, o bien la responsabilidad sobre cada foto, vídeo o comentario que se vertiese en ellos. Habría que ver cómo afectaría la pérdida de anonimato al conjunto de las redes scciales; por ejemplo a los tuiteros que se amparan en un alias para proteger de forma 'legítima' y lógica sus identidades reales y a los que lo usan para esconderse de forma cobarde mientras tiran la piedra.

Transparencia, seguridad, eficiencia en los procesos transaccionales, identificación de la autoría de los contenidos, control de la repercusión de la publicidad… Está claro que, de cumplirse esta tendencia, los que van a perder y mucho son los negocios basados en la agregación de contenidos (tipo Google News), las empresas de medición de audiencias y clipping, y los medios que no sepan adaptarse e integrar en sus estructuras (tecnológicas, financieras, profesionales) un patrón de esta envergadura. Por cierto, los que hayan llegado hasta aquí leyendo me deben tres euros cada uno. Son los nuevos tiempos.

jueves, 25 de enero de 2018

El lazo de color marrón 'mierda'

Los hay rosas, para el cáncer de mama; rojos, para el SIDA y la droga; morados, para la violencia de género; negros, para el terrorismo; blancos para la paz, y un largo etcétera cromático. Los lazos de colores sirven para mostrar solidaridad por distintas causas y son distintivos reconocidos internacionalmente.

Pero no todos se llevan en la solapa, UGT propone ‘colgar’ de Twitter uno de color marrón para intentar llenar la red social de lazos de esta tonalidad con los que denunciar “la subida de mierda”, palabras literales, con las que el sindicato califica el incremento del 0,25% en la cuantía de las pensiones, porcentaje que el Gobierno ha estimado para este año.

El sindicato ha creado el hashtag, #LazoMarron, para promover una acción consistente en devolver al remitente gubernamental las cartas en las que se informa a los pensionistas de la revalorización de sus ingresos con el mensaje “la subida del 0,25% es una mierda” o enviarlas al sindicato para que las recopile y mande en un gran paquete al Ministerio de Empleo.

Tal y como manifiesta el comunicado redactado por UGT, “tomando como referencia la pensión más habitual (unos 645 euros), el envío de la carta supone un tercio de la subida de un mes (1,62 euros) para un jubilado”.

Pero si la (raquítica) revalorización anual de las pensiones parece un tema problemático, la cuestión de fondo está en la precarización del empleo, el progresivo envejecimiento de la población y la falta de ideas claras para mantener el sistema nacional de pensiones. Eso por no hablar de colectivos concretos como las mujeres, los jóvenes o los autónomos cuyo presente en el mercado laboral hace que su futuro como pensionistas sea aún más crudo que el del resto de los mortales.

Y la luz al final del túnel sigue sin verse porque, dieciséis meses después de su creación, la comisión de seguimiento del Pacto de Toledo, esto es, la reunión de diputados que debe consensuar recomendaciones sobre el futuro de las pensiones, sigue sin acercar posturas en temas tan cruciales como las fuentes de financiación.

Eso sí, se siguen lanzando globos sonda como retrasar la edad de jubilación, tener en cuenta toda la vida laboral, crear nuevos impuestos (a la banca, tasas específicas) u obligar a las empresas a crear fondos de pensiones para sus empleados. Por lo que parece, y si no se toma al toro por los cuernos, seremos muchos los que llevemos el lazo dark brown luciendo de nuestras solapas.