domingo, 14 de mayo de 2017

'Fake news' en la Era de la posverdad

Donald Trump habla de los medios de comunicación como si fueran auténticas fábricas de mentiras creadas para confundir o derribar a sus adversarios, o lo que viene a ser lo mismo, a la competencia de sus propietarios. La ya clásica teoría de la conspiración. Lo hace en estos momentos, en la denominada “Era de la posverdad”, un momento en el que la verdad y lo veraz se confunden con lo verosímil, un instante en el que basta la apariencia de realidad para confundirse con ella.

Las mentiras emotivas son más importantes y tienen más calado que los hechos objetivos. Rumores, calumnias, plagios, bulos, propaganda... todos estos términos forman parte de la posverdad y están íntimamente ligados con el periodismo y, por ende, con la política, su auténtico origen. La campaña del Brexit para sacar a Reino Unido de Europa o las elecciones presidenciales de Francia son recientes y claros ejemplos de este despliegue de medios para intoxicar y confundir.

Son acciones de comunicación manipuladora que tienen recorrido. Más en estos instantes, marcados por el momento más bajo de la prensa (sobre todo la del papel), donde los medios y sus trabajadores, empobrecidos unos y en precario los otros, no tienen independencia, tiempo, recursos ni formación para contrastar las noticias.

No toda la culpa es de los mass media. Las audiencias se han convertido en receptores poco exigentes. Son ávidos lectores de titulares, sí, pero les cansa la reflexión y tienden a propagar antes que a poner en duda o cuestionar afirmaciones que en muchos casos, resultan pocos creíbles. Hay ausencia de espíritu crítico. Su comportamiento es en gran parte gregario y tiende a la viralidad, de ahí el éxito sin precedentes (y tan difícil de explicar en su mayor parte) de ciertas informaciones que arrasan como las llamas en un prado seco.

Antes se llamaba “amarillismo” o sensacionalismo, ahora lo bautizamos como comunicación estratégica. Detrás de ella se esconde una red profesional donde el auténtico protagonista es el storytelling, las redes sociales, los escenarios donde la narración de la historia tienen como máximos protagonistas a la desinformación y las medias verdades. Lo necesario para ensalzar lo mejor de cada cual (ya sea empresa, institución o persona relevante) y ocultar sus peores defectos aunque para lograrlo haya que mostrar los de los demás o, si hiciera falta, inventarlos con fake news.

jueves, 4 de mayo de 2017

Mueve tu chic chic

Podría parecer que era difícil rebajar el mensaje del “Hazme una rebajita guapi” acompañando a las imágenes de una chica haciendo twerking pero lo han logrado. Los responsables de la campaña publicitaria de Chicfy, el nombre de la App para comprar y vender ropa usada por el móvil, lo han conseguido con la segunda entrega del anuncio televisivo y la frase que lo acompaña como estribillo: “Mueve tu chic chic”.

Parece de locos pero sus responsables dicen haber tenido un gran éxito, también mediático (el cual confirmo por el índice de medios que han recogido información sobre este asunto). En una reciente entrevista pude leer como sus padres publicitarios contaban que se había tratado de una campaña de poco presupuesto para la que sólo están preparadas las start-ups ágiles y con capacidad de asumir riesgos. Decían que habían ganado el cielo de la popularidad llevando al extremo el mensaje y asumiendo que no les importaba el rechazo y las críticas de una buena parte del público, que ya daban por supuesto, porque el destino principal son los millennials.

Llamadme viejuno pero de verdad que no quiero pensar que la mayoría de los llamados millennials tienen ese pésimo gusto y disfrutan o participan de un anuncio en el que se denigra a la mujer de forma tan evidente convirtiendo este spot en uno de los más machistas del año.