martes, 12 de febrero de 2019

El doctor Google

“Diagnóstico tos seca, sobre todo por la noche”. Esta búsqueda en Google la hice yo mismo hace unos meses para ver a qué se podía deber una tos persistente que no acababa de irse. En total, 463.000 resultados. Entre ellos, diferentes fuentes nos explican, entre una enorme variedad de respuestas, qué es la tos seca, a qué se puede deber, cuánto tiempo puede durar, qué hacer para evitarla o cuál es el mejor jarabe o el remedio casero más recurrido.

El 80% de la población acude al ‘doctor Google’ en busca de asesoramiento médico y sanitario. Dependiendo de la fuente que elijamos y de nuestras aprensiones, una carraspera puede ser un aviso de enfermedad mortal o quedarse en una simple alergia.

Y eso se traduce en dos problemas de comunicación. Por un lado y aunque exista un deseo por ampliar cualquier información, el primer escollo está en que la comunicación entre médico y paciente no es tan buena como debiera.

Ya sea por la falta de médicos y, en consecuencia, el escaso tiempo que pueden dedicarnos los facultativos; por nuestra propia incapacidad para trasladarles correctamente nuestros síntomas o por la de ellos a la hora de adecuar el lenguaje técnico a uno comprensible por la mayoría, lo cierto es que muchos confían más en el galeno virtual que en los propios médicos de carne y hueso.

El otro problema de comunicación está en la fiabilidad de los contenidos que aparecen en Internet sobre el tema salud, una información especialmente sensible que no está exenta de bulos y fake news y para la cual algunas voces reclaman algún tipo de control interno, por parte de la propia Google, con algoritmos que filtren mejor los resultados; y otro externo, con certificaciones o, al menos, prescriptores de confianza que recomienden sitios en donde se garantice el acceso a información relevante, comprensible y veraz sobre temas sanitarios.

Las recomendaciones son claras. El médico debe tratar de transmitir a sus pacientes la información correcta y más completa posible acerca de las dolencias que les afectan y tiene que hacerlo asegurándose que lo comprenden. La red, como repositorio de todo lo bueno y malo, de lo veraz, lo falso y lo impostado, debe consultarse con todas las precauciones posibles, acudiendo a fuentes fiables y solventes, relativizando cualquier contenido y, en todo caso, trasladando las dudas que surjan a nuestro médico.

Aunque, hablando de relativizar, este problema de comunicación se queda pequeño con los más de 400 millones de personas que no tienen acceso a los servicios básicos de salud y los más de 2.000 millones sin dinero para comprar los medicamentos que precisan.

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