lunes, 7 de mayo de 2018

Dos historias solidarias para hoy

Tengo dos historias bonitas que contar. Ambas son historias solidarias, de las que te ponen la sonrisa en la cara. Son de amigos y gente cercana. En la primera, una pareja de sexagenarios (espero que no les moleste el término porque, aunque real, suena como llamarles “viejunos”), amante de los animales pero solo con tiempo y ganas para cuidar pájaros se hizo con una pareja de canarios que terminaron teniendo descendencia y resultó que su prole nacía ciega.
Pedrito, el mandarín ciego.

Decidieron ayudarles en su cría. Pegaron los cacharros de los alimentos y del agua al suelo y barrotes de la jaula para que siempre tuvieran la misma ubicación y los animales pudieran recordarla, y les alimentaron manualmente. Lograron sacar adelante a dos de ellos.

La nueva pareja de alados sin vista fue creciendo y con el tiempo gestaron a otro pájaro, también ciego, al que sus padres, a pesar de no poder verse entre sí, han sido capaces de alimentar por sí mismos y proporcionarle lo necesario para vivir. Todo ello, bajo la atenta mirada de estos dos amigos ‘sexagenarios’ (perdón, de nuevo, lo digo desde el cariño).

La otra historia surgió hace unas semanas, en el trabajo. Una compañera comenzó a recibir llamadas de un número desconocido en su móvil del trabajo. Hasta aquí, nada extraño en un terminal telefónico cuya misión es recibir llamadas de periodistas. La cosa es que quien llamaba era una señora, por su voz bastante mayor, que preguntaba por un familiar. Mi compañera la contestó cortésmente que se había equivocado, la señora –al parecer un tanto desconcertada- se disculpó y ambas colgaron.

Pero, a partir de ese día, la señora comenzó a llamar dos o tres veces por semana, siempre preguntando por la misma persona de la primera vez. No era difícil deducir. Se trata de alguien afectado por Alzheimer que no recuerda de un día a otro que está llamando a un número equivocado.

Cuando se produce la llamada, veo sonreír a mi colega y descolgar el teléfono. La ha cogido afecto y no es capaz de colgarla o enviarla a la carpeta de los números bloqueados. Siempre intenta que la supuesta anciana le ponga con alguien con el que poder subsanar el error telefónico y ayudar a conseguir que se logre la comunicación. Un día de estos seguro que lo conseguirá, pero a buen seguro que mi compañera (y yo) la echaremos de menos.

FE DE ERRATAS: Sabía que lo de "sexagenario" me traería problemas. Utilicé el término porque me parecía literariamente más acertado; pero no, uno de los miembros de la pareja de amigos dueños de los pájaros no tiene aún 60 tacos (ni los aparentan). Además, me dicen que no son canarios sino diamantes mandarines, de la variedad blanca para ser más concretos; y me facilitan una foto de la cría (se llama Pedrito) que procedo a subir sin más dilación. Mis más sinceras disculpas a mis amigos y a sus pájaros mandarines.

No hay comentarios:

Publicar un comentario