jueves, 3 de marzo de 2011

Felicidad Interior Bruta

Disculpad mi ignorancia pero nunca hasta ahora había oído hablar de este singular concepto; Felicidad Interior Bruta en contraposición con Producto Interior Bruto. Ha llegado a mis oídos a través de un programa de la 2, uno de esos documentales que en determinados momentos consiguen mantenernos en ese duermevela tan ansiado y liberador.

El lugar donde tienen en cuenta este original índice encargado de medir el bienestar de una sociedad es Bután, un pequeño país (del tamaño de Suiza) al pie de las montañas del Himalaya. Un reino donde, por encima de todo, se persigue alcanzar y mantener el bienestar espiritual de sus ciudadanos. Un estado que afirman alcanzar gracias a una gestión eficaz y transparente de la administración y la cosa pública, el desarrollo sostenible y el respeto a la cultura tradicional.

Como os decía yo he llegado tarde al conocimiento de esta para mí grata noticia. El término fue acuñado a principios de los 70 por el anterior rey de Bután, y desde entonces ha formado parte de la idiosincracia de este país. Las imágenes del documental que lo explica muestran bellas instantáneas de la prodigiosa naturaleza que les rodea, de sus gentes (sobre todo de los niños) y entrevistas a algunos de sus representantes políticos.

Todos parecen sinceros y coherentes, hasta la clase política. Con una economía basada en la agricultura, en pocos años han alfabetizado al 60% de la población, llevado escuelas gratuitas hasta los confines más inhóspitos, han creado una red de infraestructuras razonablemente respetuosas con el medio ambiente, la mayor parte de la población habla dos idiomas (el inglés se estudia obligatoriamente) y tienen un rey que ha querido instituir una monarquía constitucional para que su pueblo no esté sometido a una monarquía feudal y darle la posibilidad de que elija quién y cómo quiere que le gobierne.

En una parte del documento televisivo se hace referencia a un trabajo de investigación de una universidad holandesa en donde se estudió en 60 países de todo el mundo si el crecimiento económico iba parejo con la felicidad de sus ciudadanos. Al parecer ambos índices (el económico y el espitirual) caminan juntos durante un tiempo pero, a mitad del recorrido, las cifras económicas siguen creciendo mientras que las de la felicidad se estancan irremediablemente.

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